El “VIRUS DEL SARAMPIÓN” COMO EJEMPLO
¿Por qué deberíamos dudar de la existencia de los virus?
¿Qué son los virus y qué no son?
¿Cómo se ha demostrado científicamente la existencia de los virus?
Autor: Dr. Stefan Lanka
Los científicos deben cuestionarse todo y especialmente aquello que más aman, por ejemplo, sus propios descubrimientos e ideas. La regla básica de la investigación científica ayuda a evitar desarrollos erróneos y revela aquellos que ya existían.
Además, a todos se nos debería permitir poner en cuestión el status quo, de no ser así, viviríamos en una dictadura. Más aún, la ciencia no puede estar limitada a un selecto número de instituciones y expertos. La ciencia puede y debe ser llevada a cabo por cualquiera que posea el conocimiento necesario y los métodos apropiados.
La ciencia sólo se puede considerar ciencia si sus afirmaciones son verificables, replicables y si permiten la predicción. La ciencia también necesita control externo, ya que como veremos, parte de las ciencias médicas han perdido contacto con la realidad hace ya un tiempo. Cualquiera que tenga conocimiento de la biología y de la génesis de la vida, del desarrollo y las funciones del tejido, del cuerpo y del cerebro, se cuestionará automáticamente las suposiciones a cerca de los virus. En la realidad del cuerpo y de sus mecanismos, no hay lugar para hipotéticos procesos
malignos. Todos los procesos biológicos, incluidos aquellos que pueden desembocar en sufrimiento, dolor y muerte, tienen el propósito original de ser útiles.
Un acercamiento diferente al fenómeno de los virus es posible y necesario: cualquier lego en la materia con algo de conocimiento de fondo que lea los estudios científicos sobre virus patógenos, puede darse cuenta de que éstos virus no existen y que lo que ha sido descrito son sólo componentes y características típicos de las células. Ése conocimiento de fondo va a ser facilitado en éste artículo.
LOS ORÍGENES DE LA IDEA
Las nociones actuales sobre el virus están basadas en las antiguas ideas de que todas las enfermedades eran causadas por venenos (“toxinas”) y de que las personas podían recuperar su salud produciendo “antitoxinas” como un “antídoto”.
La idea subsiguiente, de que el cuerpo puede restaurar su salud produciendo o tomando “antídotos”, nació cuando se observó que ciertas personas sobrevivían a mayores cantidades de veneno (como el alcohol) cuando su cuerpo era entrenado a través del incremento paulatino del consumo de éste veneno. Sin embargo, en realidad no existen antídotos, en lugar de eso, el cuerpo produce enzimas, que neutralizan y eliminan el veneno (alcohol). En 1858, Rudolf Virchow, el fundador de la medicina moderna, plagió los descubrimientos de otros científicos, suprimió sus descubrimientos esenciales y de éste modo nació una falsa visión sobre la causa de las enfermedades y fue impuesta como un dogma que sigue de hecho estando vigente hasta el día de hoy. De acuerdo a este dogma, todas las enfermedades se originan supuestamente dentro de las células. La patología celular de Virchow reintrodujo en la medicina la antigua y refutada doctrina humoral y declaró que las enfermedades se desarrollan a partir de venenos patógenos (en latín: virus). La búsqueda de éstos venenos sigue siendo infructuosa hasta la fecha, sin embargo, cuando se descubrieron las bacterias, se asumió que producían éstos venenos patógenos. Ésta suposición, llamada “la teoría del germen”, fue inmediatamente aceptada y sigue siendo muy exitosa hasta el momento presente. Ésta teoría es tan exitosa que la mayoría de la gente no es consciente de el hecho de que las así llamadas toxinas bacterianas son en realidad enzimas normales que, o bien no pueden aparecer en un ser humano, o bien, si lo hacen, nunca aparecen en tal cantidad que las haga peligrosas. Después se descubrió que cuando empezaban a morir lentamente, las bacterias creaban formas de supervivencia diminutas y aparentemente sin vida, las así llamadas esporas. Se sospechó entonces que éstas esporas eran tóxicas y que éstas eran los así llamados venenos patógenos. Esto fue refutado más tarde, debido a que las esporas se convierten rápidamente en bacterias cuando los recursos vitales son reestablecidos. Cuando los científicos en el laboratorio, observaron que las débiles, altamente endogámicas bacterias morían muy rápidamente convirtiéndose en estructuras mucho más pequeñas que las esporas, creyeron en un principio que las bacterias estaban siendo aniquiladas por supuestos venenos patógenos, llamados virus, y que los virus estaban por lo tanto replicándose.
Debido a la creencia de que estas -en el momento de su descubrimiento aún
invisibles- estructuras estaban matando a las bacteria, fueron llamadas fagos/bacteriófagos, “comedores de bacterias”. Solamente después, se determinó que las altamente endogámicas* y por lo tanto prácticamente inviables bacterias pueden haber sido creadas para convertirse en fagos, o bacterias que están siendo destruidas tan rápido, que no tienen tiempo de formar esporas.
*Endogamia: la endogamia es una práctica según la cual un grupo de individuos rechaza o niega la incorporación de individuos ajenos al propio grupo. La palabra como tal, se compone del prefijo endo-, que significa “dentro”, y –gamia, que significa “unión”.
La introducción del microscopio electrónico condujo al descubrimiento de las estructuras resultantes de la transformación de las bacterias cuando éstas morían súbitamente o cuando el metabolismo de los altamente endogámicos gérmenes se veía sobrepasado por procesos desencadenados por la adición de “fagos”. Se descubrió también que hay cientos de tipos de “fagos” de aspecto diferente. El descubrimiento de los fagos, los también llamados “virus” bacterianos, reforzó la falsa suposición y creencia de que había virus humanos y animales que parecían iguales y tenían la misma estructura. Éste no es, ni puede ser el caso por diferentes razones.
Después de introducir las teorías de análisis químico en biología, se descubrió que hay miles de tipos de fagos y que los fagos de un tipo siempre tenían la misma estructura. Consisten en una molécula particular, formada por ácido nucleico, cubierto por una capa de proteínas de cierta composición y número. Solo más tarde se descubrió, que solamente las bacterias que habían sufrido un elevado proceso de reproducción endogámica en el tubo de ensayo podían convertirse en fagos, por contacto con otros fagos, pero esto nunca les sucedía a las bacterias naturales o a las bacterias que acababan de ser aisladas de su entorno natural.
En éste proceso se descubrió que éstos “virus bacterianos” servían realmente para proporcionar a las demás bacteria importantes moléculas y proteínas, y que las bacterias mismas emergían a partir de éstas estructuras. Antes de que pudiese establecerse que los “virus bacterianos” no podían matar bacterias naturales, sino que al contrario, les están ayudando a vivir y que las bacterias mismas emergen de éstas estructuras, éstos “fagos” se utilizaban como modelos para supuestos virus humanos y animales. Se asumía que los virus humanos y animales se parecían a los “fagos”, supuestamente mataban células y por lo tanto causaban enfermedades, mientras que a su vez producían nuevos venenos patógenos transmitiendo de esta forma las enfermedades.
Hasta la fecha, muchas enfermedades nuevas o aparentemente nuevas, han sido atribuidas a virus si su origen era desconocido o no reconocido. Ésta idea preconcebida, encontró una aparente confirmación con el descubrimiento de los “virus bacterianos”.
Es importante reseñar que las teorías de lucha e infección eran aceptadas y
enormemente alabadas por la mayoría de los especialistas, sólo si cuando los
países o regiones donde vivían estaban también padeciendo guerras y adversidades. En tiempos de paz, otros conceptos dominaban el mundo de la ciencia.
Es muy importante hacer notar que la teoría de la infección-que se originó
en Alemania- sólo fue globalizada a través del tercer Reich, cuando los
investigadores judíos, la mayor parte de los cuales se opusieron y refutaron las teorías políticamente explotadas de la infección, fueron retirados de sus posiciones.
SOBRE LA DETECCIÓN DE FAGOS
La existencia de los fagos puede ser comprobada rápidamente.
Primer paso: Su presencia es confirmada a través de un efecto, concretamente la transformación de las bacterias en fagos, y también a través de un micrografía electrónica de estos fagos. Los experimentos de control demuestran que los fagos no aparecen si las bacterias no cambian o si las bacterias se empiezan a descomponer al azar debido a una aniquilación extrínseca repentina, sin formar fagos.
Segundo paso: El líquido que contiene los fagos es concentrado y aplicado a otro líquido, que tiene una gran concentración en el fondo del tubo de ensayo y una baja concentración en la parte alta del tubo de ensayo. El tubo de ensayo con los fagos, es a continuación agitado vigorosamente (centrifugado) y todas las partículas se agrupan de acuerdo a su masa y peso en el lugar que corresponde a su propia densidad. La densidad es la relación entre el peso (masa) por unidad de volumen, expresada como kg/l o g/mg respectivamente. Ésta es la razón por la que éste paso de concentración y purificación de partículas con la misma densidad se llama centrifugación en gradiente de densidad.
La capa donde muchas partículas de la misma densidad se agrupan se vuelve “turbia”, a lo que se le conoce como “banda”. Éste paso es documentado, después las partículas se concentran, purifican y sedimentan en una “banda” son extraídas con una jeringa. Al extracto de esta cantidad concentrada de partículas se le conoce como aislado. Una rápida y simple micrografía electrónica confirmará la presencia de fagos en el aislado, que a su vez es una indicación de la pureza del aislado, en caso de que la micrografía muestre que no hay ninguna otra partícula salvo los fagos. Se establecerá también la apariencia y el diámetro de los fagos, con la ayuda de ésta micrografía. El experimento de control realizado para éste paso consiste en tratar y centrifugar el líquido proveniente de bacterias que no formaron ningún fago, donde no tienen que aparecer fagos al final del procedimiento.
Después del paso de aislar con éxito los fagos, sigue el de la caracterización bioquímica decisiva de los fagos. La caracterización bioquímica de su composición es esencial para identificar el tipo específico de fago, ya que diferentes tipos de fagos a menudo parecen ser similares. El aislado obtenido a través del centrifugado en gradiente de densidad se divide entonces en dos partes. Una parte es usada para determinar el tamaño, tipo y composición del ácido nucleico; en un procedimiento separado, la otra parte se usa para determinar la cantidad, tamaño y morfología de las proteínas de los fagos. Desde 1970, estos test han sido simples técnicas estándar para cada estudiante de biología en sus primeros semestres.
Estos test representan la caracterización bioquímica de los fagos. En casi todos los casos, éstos resultados han sido y son publicados en sólo una publicación, dado que el fago tiene una estructura muy simple que es muy fácil de analizar. Los experimentos de control para estos test usan líquidos de bacterias que no forman fagos y en consecuencia no pueden presentar ninguna prueba bioquímica de éstos.
La existencia de aproximadamente dos mil tipos diferentes de fagos fue
científicamente demostrada de ésta forma.
SOBRE LA SUPUESTA PRUEBA DE LA EXISTENCIA DE LOS VIRUS PATÓGENOS
Los bacteriófagos, correctamente definidos como mini esporas incompletas y bloques de construcción de las bacterias, han sido científicamente aislados, mientras que los supuestos virus patógenos nunca han sido observados en
humanos o animales o en sus fluidos corporales y nunca han sido aislados y
posteriormente analizados bioquímicamente. Hasta la fecha, ninguno de los investigadores involucrados en éste tipo de trabajo parece haberse dado cuenta de esto. El uso del microscopio electrónico y la bioquímica estaban volviendo a la normalidad muy lentamente después de 1945 y nadie se dio cuenta de que ni un solo virus patógeno había sido aislado en humanos o animales; así fue como en 1949 los investigadores empezaron a aplicar la misma idea usada para los (bacterio) fagos, con el fin de replicar los “virus” humanos y animales.
John Franklin Enders, nacido en 1897 en la familia de un rico financiero, era activo en varias fraternidades después de haber acabado sus estudios, después trabajó como agente inmobiliario y estudió lenguas extranjeras durante cuatro años antes de dedicarse a la virología bacteriana, que le fascinaba. Después, simplemente transfirió las ideas y conceptos que aprendió en éste área de investigación a los supuestos virus patógenos en humanos. Con sus experimentos acientíficos e interpretaciones que nunca confirmó mediante controles negativos, Enders llevó a toda la medicina infecciosa “viral” a un callejón sin salida. Es importante subrayar llegados a éste punto que, Enders, como muchos especialistas en enfermedades infecciosas, trabajó para el ejército de los Estados Unidos, que siempre ha sido y sigue siendo una gran víctima del miedo al contagio. Fue principalmente el ejercito de los Estados Unidos el que propagó esta creencia errónea de que además de armas químicas existían también armas biológicas en forma de bacterias y virus.
En 1949, Enders anunció que había conseguido cultivar y desarrollar el supuesto virus de la polio in vitro en varios tejidos. La opinión experta americana creyó todo inmediatamente. Lo que Enders hizo fue añadir fluidos de pacientes con poliomielitis a cultivos de tejidos que él afirmaba que habían sido esterilizados, después afirmó que las células estaban muriendo a causa del virus, que el virus se estaba replicando de esta forma y que una vacuna podía ser cosechada a partir del cultivo respectivo. En aquel tiempo, las epidemias de verano de la polio (polio=parálisis flácida) eran muy frecuentes durante el verano y se creía que estaban causadas por los virus de la polio.
Una vacuna debía ayudar a erradicar el supuesto virus. Después de que la vacuna de la polio fuese introducida, los síntomas fueron entonces re-diagnosticados como, entre otras cosas, esclerosis múltiple, parálisis aguda flácida, meningitis aséptica etc. Y más tarde se afirmó que la polio había sido erradicada.
Durante sus experimentos, Enders y otros; esterilizó los cultivos de tejidos con el fin de excluir la posibilidad de que las bacterias matasen a las células. Lo que no tomó en consideración fue que la esterilización y el tratamiento de las células del cultivo cuando las preparaba para la supuesta infección, era exactamente lo que estaba matando las células. En lugar de esto, él interpretó el efecto citopático como la existencia y la acción del virus de la polio, sin haber aislado nunca ni un solo virus ni haber descrito su bioquímica. Los necesarios experimentos de control negativo, que hubiesen demostrado que la esterilización y el tratamiento de las células anteriores a la “infección” en el tubo de ensayo, estaban matando a las células, nunca se llevaron a cabo. Sin embargo, por ésta “actuación” Enders recibió el Premio Nobel en 1954.
1954 es también el año en el que Enders aplicó e introdujo la misma técnica con el fin de replicar supuestamente el virus del sarampión. Como había sido premiado con el Nobel por el supuesto virus de la polio el mismo año, todos los
investigadores creyeron en la validez científica de su técnica. En consecuencia, hasta el día de hoy, todo el concepto del sarampión se ha basado en ésta técnica.
De esta forma las vacunas del sarampión no contienen virus, sino partículas de tejido de riñón de mono o células cancerígenas humanas.
EL VIRUS DEL SARAMPIÓN COMO EJEMPLO
Las explicaciones que vienen a continuación se aplican a todos los así llamados “virus patógenos” (humano o animal). Los seis estudios científicos proporcionados por el Dr. Bardens en el transcurso del “juicio del sarampión” como prueba de la existencia del virus del sarampión, describen de una forma idealmente didáctica los diversos pasos en la cadena de malinterpretaciones que condujeron a la creencia en la existencia del virus del sarampión.
El primer estudio fue publicado en 1954 por Enders y otros:” Propagation in tissue cultures of cytopathogenic agents from patients with measles” (Proc Soc Exp Bio/Med. 1954 Jun;86 (2) 277-286) Ésta publicación puede ser encontrada en Internet, así como todas las publicaciones restantes presentadas en el juicio del sarampión.
En este experimento, Enders y otros, rebajaron dramáticamente la solución de nutrientes y añadieron antibióticos destructores de células, al cultivo celular antes de introducir el supuesto fluido infectado. La posterior muerte de las células fue malinterpretada como la presencia y también como el aislamiento del virus del sarampión. No se realizaron experimentos de control para excluir la posibilidad de que fuese la privación de nutrientes así como los antibióticos los que condujeron a los efectos citopáticos. La ceguera de Enders y sus colegas puede explicarse por el hecho de que él realmente quería ayudar a la gente, mientras la histeria por los virus se estaba intensificando después de la guerra y durante la guerra fría.
También puede explicarse por el hecho de que Enders y muchos de sus colegas no tenían ni idea de medicina y estaban compitiendo con la unión Soviética por el desarrollo de la primera vacuna del sarampión.
Semejante presión para el éxito puede explicar también porqué Enders y sus
colegas ignoraron sus propias reservas y precauciones expresadas en 1954, cuando observaron y se dieron cuenta de que muchas células también morían después de ser tratadas normalmente (por ejemplo, sin ser “infectadas”), que ellos pensaron que se debía a factores y virus desconocidos. Todos estos hechos y precauciones fueron descuidados posteriormente.
El segundo estudio presentado por el demandante en el juicio del sarampión, fue publicado en 1959 y, por las razones presentadas anteriormente, los autores concluyeron que la técnica introducida por Enders no era apropiada para el aislamiento de un virus. Esta refutación no sólo NO está siendo debatida por el resto de investigaciones, sino que está siendo ignorada.
En el tercer estudio, los autores fotografiaron partículas celulares típicas dentro de las células y las malinterpretaron como el virus del sarampión. No aislaron ningún virus. Por razones no explicadas, fallaron en determinar y describir la estructura bioquímica de lo que estaban presentando como un virus en un experimento separado. En la breve descripción de los métodos usados, uno puede leer que los autores no aplicaron las técnicas estándar de aislamiento para virus, la centrifugación en gradiente de densidad. Ellos simplemente centrifugaron fragmentos de células muertas en el fondo de un tubo de ensayo y después, sin describir su estructura bioquímica, malinterpretaron los deshechos celulares como virus. A partir de la forma en el que los experimentos se llevaron a cabo, uno sólo puede concluir que las partículas celulares fueron malinterpretadas como virus.
Encontramos la misma situación en la cuarta y sexta publicación presentadas por el demandante como prueba de la existencia del virus del sarampión.
La quinta publicación es una revisión que describe el proceso de consenso por el cual las moléculas de ácido nucleico derivadas de las células muertas representarían el así llamado genoma del virus del sarampión. El resultado es que docenas de equipos de investigadores trabajan con pequeños trozos de moléculas que son específicas de las células, a partir de las cuales, siguiendo un modelo determinado, ensamblan todas las piezas sobre el papel. Sin embargo, éste rompecabezas hecho de tantas piezas nunca ha sido probado que exista científicamente como un todo integral y nunca ha sido aislado a partir de un virus, dado que el virus del sarampión nunca ha sido visto, ni en humanos ni en un tubo de ensayo.
En referencia a ésta publicación, el experto determinado por la corte afirmó que describía el gold standard (sustancia modelo), es decir, el genoma entero del virus.
Es obvio que el experto no se leyó este estudio, cuyos autores afirmaron que la composición molecular exacta y las funciones del genoma del virus del sarampión tendrían que ser objeto de investigaciones posteriores, que es por lo que tuvieron que recurrir a otros modelos de virus con el fin de poder alcanzar un consenso sobre la estructura y funciones del genoma del virus del sarampión.
Es la cosa más fácil para cualquiera darse cuenta de que en todas estas
publicaciones, al igual que en todas las demás publicaciones sobre el “virus del sarampión” y otros virus patógenos, nunca se hizo ningún experimento de control.
Ningún investigador usó la técnica de centrifugación en gradiente de densidad; en su lugar, sólo centrifugaron deshechos celulares en el fondeo de un tubo de ensayo.
Ésta técnica, empleada para agrupar todas las partículas en un fluido, es conocida como peletizado. Desde una perspectiva lógica y científica, se puede decir que en todas las publicaciones sobre así denominados “virus patógenos”, los investigadores demostraron de hecho solamente partículas y características de las células. En nuestro próximo número de WissenschafftPlus, publicaremos la refutación científica de la afirmación de que el virus del sarampión existe, lo que es aplicable a todos los así llamados virus patógenos.
También nos gustaría recomendar otro artículo, en el que describimos los así llamados virus gigantes, es decir, un ácido nucleico con un envoltorio que puede ser encontrado en todas partes en el mar y en organismos básicos. Al igual que todos los fagos bacterianos, no sólo son inofensivos, sino que poseen funciones beneficiosas. También pueden ser aislados utilizando la centrifugación por gradiente de densidad, lo que prueba su existencia (ver el gráfico más arriba).
También recomendamos la relevante revisión (1999) del Profesor Lüdtke. Él se dio cuenta de que en la primera época de la virología, la mayoría de los virólogos siempre llegaron a la conclusión de que las estructuras que habían confundido con virus, acabaron por ser componentes celulares y por lo tanto, eran sólo resultado del experimento y no la causa de los cambios que observaron. Después del descubrimiento y la caracterización de los fagos y después de la adopción del dogma de que el ácido nucleico era el genoma de todas las células y virus, nació el consenso, por el que estos virus debían existir en humanos y animales también. En 1992, el dogma que afirmaba que el ácido nucleico es el genotipo de todas las células, fue abandonado en la comunidad científica. En el 2008, fue abandonado también por parte de la comunidad pública Alemana. Sin embargo, el dogma de los virus patógenos, se sigue promoviendo.
El Grupo de Perth en Australia (dirigido por Eleni Papadopulos-Eleopulos, Val Turner y John Papadimitriou), probó con argumentos científicos que nunca se ha demostrado que el VIH exista. Fue Eleni Papadopulos-Eleopulos quien, tan temprano como en 1992 me animó y me ofreció el soporte científico para aceptar la realidad del VIH, para analizar los hechos y para compartir el conocimiento de que no existen virus patógenos. Le estoy muy agradecido a ella y a su equipo.
Revista del Dr Stefan Lanka Wissenschafftplus