La Gnosis

La Gnosis

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El vocablo «Gnósis» es griego y significa «conocimiento»; es el sustantivo del verbo «gignósko», «conocer». En la lengua clásica normal, y en menor medida en la koiné, o lengua común helenística, los significados de los términos gnósis y episteme, de parecido significado, se interseccionan.

En el uso filosófico, episteme suele presentar el significado de «ciencia» o «conocimiento científico» en cuanto opuesto a «opinión» o «doxa»; gnosis, por su parte, significa el simple conocimiento en cuanto opuesto a «ignorancia» (denominada precisamente ágnoia).
En la lengua de la Hélade, el sustantivo gnósis necesita normalmente un genitivo que lo precise o caracterice. En los textos más explícitos que hablan de gnosis en la época helenística, este genitivo suele ser «Dios» (pero no el dios que conocemos), sus «profundidades» o los «secretos divinos».
En el marco de la historia de las religiones suele entenderse por «gnosis» el conocimiento de algo divino que trasciende toda fe (es una Certeza digna de Fe, la palabra original en el griego antiguo era Pistis mal traducida por fe), una «ciencia» inmediata y absoluta de la divinidad que se considera como la verdad absoluta.
El término culto castellano «gnosis» se usa exclusivamente en el sentido restrictivo que más adelante tuvo en la lengua griega: «conocimiento perfecto», opuesto a «conocimiento ordinario».
El vocablo «gnosis» está también relacionado con el adjetivo gnostikós (gnóstico), que significa, en la época histórica que abordamos aquí, «conocedor» o «iniciado».
En la lengua griega anterior a la época imperial es este un adjetivo poco común, y significaba más bien «algo que lleva o conduce al conocimiento», «algo que sirve para alcanzar la sabiduría». No se podía aplicar fácilmente a una persona pero sí a una disciplina o a una facultad humana (la que sirve para conocer).
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Todo lo expuesto no lo incluyo en un contexto religioso como la amplia mayoría de las personas que creen que la gnosis es una religión; en sus orígenes no era así, de la misma forma que Sócrates enseñaba a un grupo selecto y no era de carácter religioso ni con tal intención; pero como la gnosis superior se ocupa del conocimiento superior de la Creación y del conocimiento ordinario de dios; erróneamente se la considera como una religión. Así mismo, con el pasar de los años, todo aquel conocimiento cayó en el olvido por haber sido gran parte destruido por las religiones dominantes y otra parte fue sepultado para mantenerlo a salvo. Al haber prácticamente desaparecido la gnosis superior, sólo quedó la gnosis ordinaria que se ocupa de los saberes humanos como el arte, la ciencia y cierta parte de la filosofía
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Los textos llamados apócrifos hablan de un conocimiento superior (no ordinario) y se menciona reiteradas veces al Padre o Padre/Madre (andrógino) y también, en los apócrifos, se menciona al dios ordinario, el primer gobernante, denominado Demiurgo (por los valentinianos); Arconte (denominado por los valentinianos y setianos) y Yaldabaoz o Yaldabaot o Yaltabaot (por los setianos). Este Demiurgo podríamos decir que es el Ego para simplificarlo a efectos prácticos, el falso dios, el gran opresor pero, si vamos más allá, hace referencia al futuro (no el futuro de nuestras vidas sino a realidad acelerada incluyendo a las criaturas que viven en ese tiempo también conocidas como Satanás, Demonios); más el Creador, es innombrable, impensable, inconmensurable, inteligible..
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De la madre del primer gobernante (Sabiduría o Logos), que fue llamada «prostituta» por generar un ser sin el consentimiento del Padre ni de su cónyuge; surgen las pasiones, los impulsos, las emociones; que si bien serían de naturaleza divina, no pertenecen a los Reinos Eternos del Creador; y que serán el sustrato a partir del cual se plasmará el mundo corpóreo que será creado, posteriormente, por el primer gobernante …
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A partir de los estudios profundos de los iniciados, se deducen algunas consecuencias importantísimas para la antropología, la ética y la soteriología:
a) Existe una radical separación entre el mundo superior/espiritual (el Pleroma) y el mundo inferior material (el kénoma o vacío).
b) La materia es degradación, el último escalón del ser, aunque proceda del Creador si se apura el razonamiento; la materia primigenia e incorpórea, es el fruto de un «pecado», «deficiencia» o «falta» de un ser divino.
c) El mal está incluido ínsitamente dentro de la deficiencia que fue la pasión (impulso) de Sabiduría. El universo que vemos, material, creado por el Demiurgo, es fundamentalmente perverso. El cuerpo del hombre, material, es la prisión del espíritu.
Texto basado en la introducción a la Biblioteca de Nag Hammadi